martes, 6 de abril de 2010

Las malas copias

Si entendemos el diseño como una actividad compartida dirigida a satisfacer necesidades y que se ocupa a su vez de configurar objetos, espacios y servicios que den respuesta a las demandas de usuarios finales, debemos entender previamente que los profesionales del diseño son los diseñadores y no otros. Un buen diseño aporta beneficios a quien lo contrata, a la sociedad y al ciudadano que lo utiliza. Es una herramienta imprescindible en la empresa como factor de innovación. La intervención de un diseñador no es un coste superfluo sino una inversión necesaria para alcanzar los objetivos estratégicos y debe reconocerse en todo momento como un aliado del cliente y nunca como un estorbo del que prescindir lo antes posible para ahorrar un poco de dinero.

Por eso, que difícil es entender en ocasiones, que desvirtuar los diseños originales y convertirlos en "similares" tan sólo lleva a la vulgarización de los mismos y a la pérdida de la razón que los originó.
Y para muestras un botón, de lo que pudo ser y no fue!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario