Como un niño empecé a imaginar como sería esa casa en su interior y cómo se viviría en ella. Lo que se veía era evidente, masivo, pesado, cerrado pero el resto imaginé que debía ser abierto, donde el patio del árbol se uniese con la sala de estar, con la cocina, con el comedor y, por qué no, con el jardín trasero.
Así, el tamaño de la casa no sería lo importante porque siempre disfrutaría del interior y del exterior. Imaginé que, además, todo estaría tratado de la misma manera, con un material que no tuviese escala, que fuese continuo y resistente, para que así mayores y pequeños puedan disfrutarlo de la misma manera sin miedos a que nada se estropee.
En el jardín imaginé una gran mesa donde comer con la familia y, además, una pequeña alberca del mismo material para que lo importante sea el agua. Junto a la alberca habría un huerto, muy sencillo, que pueda cuidar e invitar a mis amigos a que prueben lo que recojo.
Además, en invierno podríamos estar todos charlando y jugando hasta la noche delante de la chimenea, porque la casa la disfrutaría todo el año.
Arriba, en la zona de piedra imagino los cuartos donde entre la luz de norte y sur, para jugar con todos mis amigos, y por la noche poder descansar, con un suelo de madera cálido, donde no me importaría estar tirado por el suelo todo el día.
Imagino un lugar donde reír, hablar, compartir, crecer, disfrutar con todos… imagino, en definitiva, un lugar donde soñar."
Memoria e imágenes del proyecto del ESTUDIO MARIANO MARTIN para una casa en un pueblecito de Segovia.
